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lunes, 30 de marzo de 2009

Presentación en Montilla el pasado 27 de Marzo

Poesía y fútbol

MI MEMORIA ES UN TOBOGÁN / ESPACIOS INSOSTENIBLES en AFTERPOST

El ecosistema poético de Nacho Montoto


Las primeras lluvias
recrean riachuelos
a ambos lados de la calzada.
Las colillas son singulares peces
nadando hacia el desagüe.
Caladas perdidas,
cáncer en el subsuelo.
Poéticamente Nacho Montoto ha escrito un complejo ecosistema: el mundo que se sostiene en un espacio artificial y la vida cada vez más desnaturalizada y, por eso mismo, abocada a la imagen del recuerdo. Poblados de sensaciones (componentes bióticos) y, sobre todo, llenos de cosas (componentes abióticos, físicos) lo versos se desdoblan en dos poemarios que describen un génesis distinto dependiendo de la lectura de uno, Mi memoria es un tobogán, o de otro, Espacios insostenibles, para acabar ambos, de todas maneras, entrelazados, simbólicamente, en un uni-verso mayor por medio del Ouroboros (discursivamente en codas poéticas tras los respectivos índices). De ahí la re-versibilidad: unos versos que se muerden la cola, como la mítica serpiente, uniendo así lo material y lo espiritual en un ciclo de eterna creación-destrucción.
La aparente escisión de este libro ha de entenderse, pues, en la reversibilidad de un sujeto poético que se bifurca y diversifica en un empeño cognoscitivo total en pos de superar cualquier límite (poético). Aquí, la imposibilidad de discernir tiene que ver, precisamente, con la multiplicidad espacio-temporal en la que el yo poético se construye a la vez que se deconstruye y viceversa, dependiendo de la elección lectora de los poemarios. La reversibilidad siempre remite al otro lado complementario. Por eso mismo, no se puede entender como dialéctica la relación entre los dos poemarios, ya que los versos de Espacios insostenibles dan cuenta de un nuevo tiempo que comienza a re-generarse, de igual forma que en Mi memoria es un tobogán se conforma un lugar propio y esencial (el de la memoria de una identidad poética), dentro de un lugar común y de convivencia (la plaza donde se encuentra el tobogán y la infancia). Así es como tiempo y espacio aparecen en tanto que incesante cronotopo:

Cada vez que vuelvo a ti
noto que mis cimientos se tambalean

Lejos de la idea de memoria histórica, la memoria poética de este poemario es, principalmente, orgánica. [Mi memoria]. En la parte titulada Nasciturus asistimos al nacimiento de una conciencia poética, que es anterior a la conciencia lógica del ser humano. En este sentido, la memoria funciona como un instinto poético: absorber el jarabe del corazón: sobrevivir. Si el alumbramiento natural de estos versos suponen un comienzo de obra (que ha de continuar), éste sería también el de la voluntad para dar inicio a un nuevo mundo, distinto y, acaso, mejor. [es] El re-nacimiento será posible, entonces, en el ejercicio recordatorio desde una realidad poco conciliadora y en la necesidad de poder ligarse al el mundo, hacia la incertidumbre (Peter Sloterdijk):

Y se marchó: la voz.
Insomnio: horas negras.
Tiran de tu sábana: fantasmas.
En un papel: el dolor /deja de ser dolor/
Cuando se hace insoportable
Tiran de tu sábana: recuerdos.

Insomnio: noches de cera
Y se marchó: su olor.

Los poemas de Mi memoria es un tobogán organizan un ecosistema poético cuyo desarrollo se sostiene en la percepción sensible de la realidad mediante el recuerdo. La constitución tópica de la infancia, se centra en el par vida-muerte, tal y como ocurre en el poema “En mitad del jardín”. Poco a poco, lo poemas de esta parte van adquiriendo diversos matices y, por tanto, nuevas percepciones del sujeto poético que desarrolla sobre esa realidad igualmente mutable. Por decirlo de alguna manera, lo orgánico y lo inorgánico van perdiendo sus claras delimitaciones para mostrar un mundo desordenado donde es difícil saber diferenciar lo natural de lo artificial, o lo que es igual, seres (cualidades) de objetos (calidades): Los coches se acuestan en las aceras, / besan los bordillos y buscan parejas / que reposen su sexo junto al retrovisor. Y es que la contraposición de estos dos componentes del ecosistema va apuntando hacia un espacio que se desarrolla -ecológicamente- insostenible (árboles henchidos de ceodós, agua putrefacta, contenedores, basura, ratas, vidrio, colillas, el cieno, etc.) y hacia una carne saturada de innumerables objetos (teléfono, ipod,…).
Sin embargo, la vuelta a la infancia de Nacho Montoto no sería, en términos de Gilles Deleuze y Félix Guattari, un recuerdo o una memoria, sino un devenir-niño en tanto que línea de fuga atemporal que el poeta realiza en el mismo acto de escritura. Estos versos serían, más bien, una fuga deslizante [un tobogán] hacia otros espacios, es decir, una puerta que se abre desde Mi memoria es un tobogán, pero que también se abre en Espacios insostenibles, lo cual vincula a los dos poemarios en un auténtico rizoma que hace devenir el uno en el otro:

Un placebo a punto de reventar
Bajo el sofocante calor del sol: el vacío es un agujero negro.
[...]
De ese mismo agujero pueden brotar residuos,

Galaxias, planetas, mares.
Los niños abandonando los jardines,

[de Mi memoria es un tobogán]

Un agujero negro, ahora lo llaman así. Los niños juegan en el parque. Mi memoria es un tobogán. Recuerdo el tiempo de las palomas. Nuestras gargantas necesitan una vía de escape: lágrimas. Recuerdo unos ojos. El universo es una gran mentira.

[de Espacios insostenibles]

Algunos versos, sintagmas y palabras se repiten en los dos poemarios. Los dos son un espacio-tiempo (d)escrito, el reverso del otro en el que se evidencia un reciclaje lingüístico muy significativo. Quizás en Espacios insostenibles esta especie de intratextualidad va más allá, pues en el devenir del propio poema, los versos de Mi memoria es un tobogán pierden su estructura original (sobre todo en su nivel sintáctico y semántico): el verbo, los nexos y los tropos. La supresión de segmentos textuales producidos por esta elipsis se intensifica con la aparición de un signo gráfico (:) que es, a la vez, un elemento extraño en el paisaje lingüístico-poético. El resultado, que nos recuerda bastante a las entradas de los diccionarios, son unos lugares distintos [espacios] e inmediatos que ahora significan, pero que parten de realidades (como significantes) ya existentes anteriormente.

Los glaciares: descongelación.
Los desiertos: arena vomitada.
El chocolate: bocado de sexo.
La noche: una locura.
Las faldas: templos para la oración.
Los pozos: sed.
Manantiales: negocios de sed

Habitan las afueras: rumanos.

El ecosistema poético ha cambiado. El sujeto poético se extingue en los versos para mostrar un mundo desordenado donde es difícil saber diferenciar lo natural de la artificialidad que se impone. De todas maneras, esta inversión jerárquica conlleva una tímida deconstrucción en el centro de la palabra misma: El universo es una gran mentira. La Verdad que Nacho Montoto quiere escribir -para desvelar- se hace imposible en la contaminación que suponen sus propios versos, de su escritura poética como constructo de espacios [insostenibles].
Por esta razón, en la parte titulada Luz asistimos al nacimiento de un espacio poético (doblemente) artificial, ya que, además del artificio que es el verso en sí, sus realidades mencionadas son también palabras o conceptos (pero ya sin verbo) que sostienen una realidad lingüística. Por eso, en un sentido gramatical, también serían insostenibles estos poemas, sin embargo esto es lo que hace posible su conexión (los versos aquí recuerdan a las direcciones de sites virtuales en Internet Explorer) poética con otra realidad:

Luz: ventana abierta / cortina recogida/
persiana en lo alto / gente en la calle.
Luz: foco de discoteca / colores en el techo/
halógenas en el W.C. / ultraviolet

El nivel de re-creación alcanza su cenit, precisamente, en la parte homónima (”Espacios insostenibles”) de este poemario. El poema de verso libre queda conformado en bloques de prosa poética, mientras que los marcados paralelismos sintácticos pasan a ser correspondencias textuales e hiperpoemáticas. La reunión entre ambos poemarios tiene lugar en estos versos, aunque respecto a las otras dos, “Luz” y “Espiral”, es una interrupción. Si en los espacios insostenibles antes señalados cualquier idea de verdad vital queda enterrada por un paisaje residual (el significado explicativo de las palabras después de los dos puntos), estos son ahora la descripción de otro paraíso original. Allí las categorías orgánicas e inorgánicas no se establecen ni se diferencian ya jerárquicamente, sino que pertenecen a un mismo enunciado (nombre con atributo) que se repite continuamente en imágenes de otra memoria posible: vuelve el verbo, el Eden (de la luna seca), (la pulpa) de la fruta prohibida, Caín, Eva, Yoko (Ono) y John Lennon, el hormigón, el aluminio, Kyoto, los parques, los agujeros negros, las tiendas de complementos, los niños, un tobogán…

Un cielo de aluminio. Un océano de fotosíntesis. Un campo de losas. Espinas luminosas de la noche. Germinaron los úteros congelados. Nidos de poliexpán. Los muros de hormigón. El estruendo del movimiento. No sé si buscabas llegar a Enoc.

Un complejo paraíso: versos que se crean y se deconstruyen cíclicamente como un ecosistema.

Antonio J. Alías


lunes, 23 de marzo de 2009

Poesía a patadas (Martes día 24 de Marzo de 2009)


Poesía a Patadas patrocinado por VIMCORSA
Presentación de la Cosmoantología futbolera:
“Poesía a Patadas”
por Pablo García Casado
LECTURA POÉTICO-FUTBOLERA:
con Antonio Agredano, Nacho Montoto, Mario Cuenca Sandoval y Pablo García Casado
MODERA: Mario Cuenca Sandoval
LUGAR: Sala Orive (Córdoba)
HORA: 19:30

lunes, 16 de marzo de 2009

Próximas lecturas


El Jueves día 19 de Marzo a las 21:00h en la taberna la Espiga, Córdoba.





El Viernes, día 20 de marzo a las 20:00h presentación de Mi memoria es un tobogán/Espacios insostenibles en Cádiz, Colegio san Felipe Neri.

domingo, 15 de marzo de 2009

Necesidad

¿Hasta cuándo volarán nuestros pájaros?

En mitad del solar
hay un árbol desnudo.
Sus ramas necesitan
del abrigo del nido.
Los pájaros no lo saben.

¿Hasta cuándo vivirán nuestros pájaros?

jueves, 12 de marzo de 2009

Travesía

Recuerdo siempre el mismo viaje
en un antiguo renault blanco.
A ambos lados de la carretera
centenarios olivos gesticulando,
advirtiendo el paso del tiempo
en la arrugas de sus brazos.
Olía a vino en aquellos campos
y una mancha naranja en el horizonte
que, poco a poco, iba desapareciendo,
nos avisaba de que aquel paisaje era,
sin duda alguna, un hecho tan efímero
como el recuerdo de estos viajes
por aquellas carreteras secundarias.

martes, 10 de marzo de 2009

E.S Nº 34280

El zumbido de una mosca.

Un Massai repostando su Dodge Caliber negro.

- Ya me han dado el permiso de residencia,
los muy cabrones...
creían que por ser negro no me lo iban a conceder.
¿A ti qué te parece?
Menudos hijos de puta...

La onda expansiva del zumbido de una mosca.

lunes, 9 de marzo de 2009

Insomnio/José Antonio Padilla

Hoy todo se agolpa.

Pero, lo que más, mis emociones. Y, entre ellas, mis quebrantos.

Allá van…

Qué hago aquí,
en esta intimidad de brújula,
al este
de un barrio sin futuro.

Qué hago aquí,
imaginándote
sílaba a sílaba,
deletreándote
hueco a hueco.

Debajo de mi insomnio
parece que hace guardia un coche fúnebre.

¡Vaya día! Quizás tendría, pero no debo. Siento ser opaco.

Del libro, Noches Áticas, en e. d. a. libros.

martes, 3 de marzo de 2009

Presentación del libro Mi memoria es un tobogán/Espacios insostenibles por Carmen Camacho


PRESENTACIÓN DE

ESPACIOS INSOSTENIBLES y

MI MEMORIA ES UN TOBOGÁN

de

NACHO MONTOTO

(FNAC, 6 de febrero de 2009)

Carmen Camacho


Buena tarde, toda ella, así se llueva.

Tengo el gusto –que es uno de esos gustos casi malsanos- de sacarme del cuerpo e intentar (no sé si lo conseguiré) poner en orden lo que me evoca este libro capicúa “Mi memoria es un tobogán” y “Espacios Insostenibles”, escrito del derecho y del revés por mil autores desperdigados, que hoy han hecho el esfuerzo de agruparse en un solo cuerpo y venir aquí, a este rincón de Sevilla. (Por cierto, ¿qué caserón sería el FNAC antes de ser FNAC o cualquier otra tienda, qué espacio insostenible, qué muertos de la memoria nos estarán ahora mismo observando? O mejor, ¿qué será de este lugar, no dentro de 2.000 años, sino luego, dentro un rato, cuando recojamos la voz y nos vayamos a tomarnos otra cerveza? Aquí, seguramente, quedará un Caín de este libro jodiendo con su quijada una pantalla de plasma).

A lo que iba, que me voy: aquí Nacho Montoto, compilador de puntos y seguidos, súmmum de Apocalipsis, poeta al filo –y perdón por la redundancia: que el poeta que no esté haciendo equilibrios en el borde de su propia lengua, no lo es-. Es un placer tener aquí al sonámbulo que escribió este libro.

Comienzo y desmembro, me vas a permitir, tus textos. Así como si fuera una filóloga borracha, o una crítica hidrófoba, verborreica, locuaz, imparable. Pero es que necesito decir.

Cuando tomé el libro de Nacho Montoto para leerlo, no supe por dónde cogerlo. Es más, me pareció definitivo el gesto que en ese momento yo tuviera: si abrirlo por “Mi Memoria es un tobogán” o por “Espacios Insostenibles”. No sé, de pronto, a las 17:35 de la tarde, aquella decisión me pareció absoluta. Como si de eso dependiera algo importantísimo, como si me tuviera que apuntar con el libro, así en plan ruleta rusa, en la sien. Esa sensación, que sentirán cuando lo tengan en las manos, instantes antes de leerlo, les dará una inquietud que es, puede decirse, líquidamente agradable.

−ESPACIOS INSOSTENIBLES

Comienzo por “Espacios Insostenibles”. Sé a priori que es la decisión menos lógica. Pero bueno, ¿y qué?

Aquí está, esto es. O mejor dicho: esto no es. En este libro, Nacho Montoto sabe estar sin fisura con respecto al arte contemporáneo, ya que él con su letra, pinta el cuadro de lo que no hay, y dentro de ese cuadro, sencillísimo, hay miles de cuadros dentro, sus Boscos ahí, sus Bacons, sus Dureros y sus Dalises si me aprietas. Mundos insospechados que sabemos que están. Utopía, le llama, X otras veces, o Kyoto, o yo qué se. No sé si buscabas, Nacho, llegar a Enoc. Un camino de espiral cuaja la luz hasta dejarla en cero, en blanco, en encefalograma plano… uf, qué frío.

Y sí, él lo dice con todas sus letras, que es una espiral donde nos mete. Y ya dentro, hace respirar al lector un vapor espeso que no veas, la luz quirúrgica de un mundo que no nos es tan extraño, las flores curiosas y el hormigón, la penumbra contra una pared a gotéele. Veo a Caín, veo su sueño. Veo el dolor que intuyes en ser Eva y con ello, un espacio habitado −que es mucho peor, tantas veces, que ser un lugar ignoto y solo−. Puestas sobre otra plancha, aquí podría haber grabado William Blake algún estrago contra la industria satánica. Aquí está, además, el lenguaje así deshecho, descomprimido, estallado… el jodío… Porque es un jodío, el Nacho. Pincha el lenguaje con puntos afiladísimos, de diamante, hasta que lo revienta. Y por ahí, sí, por ahí se ve el espacio insostenible. Mi enhorabuena, caballero, por tu lengua de vidriera.

Ah, lo tengo que señalar también, que es en eso te he disfrutado y más: los dos puntos de las espirales. Verán: Nacho le da al espacio con disolvente hasta convertirlo en un belén apocalíptico o en una parada moderna de trenes. Y de ahí, de haber puesto ese veneno de un muerdo, quedan en las frases los dos puntos, a modos de picadura de serpiente, los dos puntos, que supuran. Los dos puntos: la tipografía del mordisco.

Vuelta de hoja. Porque aquí sí que hay vuelta de hoja.

−MI MEMORIA ES UN TOBOGÁN.

Esperé para leerlo, sólo Dios sabe porqué, a estar sentada en el banco blanco y gélido de la Oficina de Correos. Me parece buen sitio ese, una antesala y, al fondo, ventanillas, para rascar palabras de un libro que se llama “Mi Memoria es un Tobogán”. Nacho, y el libro, convierten el edificio de correos, tan de mármol, en una especie de limbo y flotan ya estas letras en este otro líquido amniótico. Dónde se va a estar mejor que en la memoria, digo yo, mientras leo que ese niño, que este niño, quiere volver a estar frente a la leche ardiendo que alguien sopla. Así ni a ti ni a mí nos guste, ni de coña, la vida en diferido, Nacho, se está bien en la memoria aunque escueza y el espejo retrovisor se enganche con el sexo y tú sepas (no me engañes),

que ese Nacho que de aquí a un cuarto de hora bajará del tren, libro, botellín e ipod en ristre, en realidad está desnudo.

Leyéndote me acordé de lo que el otro día le leía a Agustín García Calvo: que ciertas sensaciones de memoria, seguidas, repetidas en todos y cada uno de nosotros, nos deja una sensación que de verdad tiene que ver con el fenómeno ese del déjà vu, la impresión de que “esto ya lo he vivido otra vez”, conocida por todos nosotros. Aquí está el afán casi inconsciente del autor que busca esa sensación, esa conexión de uno mismo con su extraña memoria viva.

Dejo aquí la invitación a esta lectura, amigos. Sólo dos cosas más, que no se me pueden quedar enganchadas por las sienes:

Que me alivia, muchísimo, comprobar el avance de la poesía que deja al lado la pamplina individual, materia estéril hasta para uno mismo, y se pone así, exploradora, multiplicadora de las posibilidades del lenguaje, y con él, de los mundos.

Y dos: que estaría bien, Nacho, ahora que lo pienso, que leer tu libro tuviera como recompensa, no sé…, por ejemplo, siete años de buen sexo. Que a veces no es fácil ni diario leer poesía que sólo aspire a ser poesía. Eso es un lujo, que el autor y sus lectores tenemos hoy alcance de nuestro pecho.

Os dejo con Nacho.

lunes, 2 de marzo de 2009

Amigos

1.

La mano que nos toca
siempre es la misma,
a pesar de las heridas,
aun cuando la distancia
ejerza de muro de contención
entre cuerpos fulgentes,
la mano que nos acaricia
siempre será la misma.


2.

Pasaron los años, los días,
[las horas.
Llegó noviembre
envuelto en flores negras,
junto a la caída de los primeros
[copos de nieve.
Entre la escarcha del parque
apareciste
ángel de la guarda,
silencio blanco.


3.

Casi al amanecer,
hacia la alborada,
el primer gesto del día
es un suave aliento.

4.

Bestias de sal
buscando la hendidura,
el frío de la madrugada
es una penitencia azul marino,
breve transcurrir de agua
que condensa el aire.


5.

Soñábamos con
no separarnos nunca.
Como dos niños hechos hombres.
Lloramos la ausencia
del primer tacto.
Las noches son más largas
cuanto más corto es el tiempo
que transcurre entre la marcha
de tu recuerdo y la vuelta a la realidad.


6.

Abrázame,
piel quebrada por la lágrima.
Ojos de incienso,
mar de Flandes.