Escucha.
Ahora que escuecen las palabras,
que el tiempo abrasa nuestros días y los sueños se han mimetizado y apenas
forman parte del imaginario que cualquier serie de ficción norteamericana nos pueda
ofrecer.
Ahora que las sábanas las remienda
el viento que entra por la ventana al amanecer, a falta de otras manos, del
tacto cálido de otras manos capaces de coser los pequeños agujeros por los que
se filtran mis pesadillas, noche tras noche.
[Quisiera acariciar la corona de la
Estatua de la Libertad, que las yemas de mis dedos sean atravesadas por sus
dientes, porque el dolor de Manhattan fue el dolor del Universo.
Yo sé que en Manhattan las nubes
bajan a besar el suelo todos los días, el cielo de alquitrán que separa lo que
podemos tocar de aquello que ya jamás tocaremos.
Iremos a morir a Central Park, junto
al recuerdo de John Lennon.
Iremos a morir a Hyde Park, donde
las ardillas llevarán nuestros féretros y los cisnes danzarán en torno a nuestros
cuerpos desnudos para acompañar la ridícula orgía de los huesos.
O mejor, vayamos a morir a orillas
de La Garonne, allí, entre las rosas y anaranjadas puestas de sol,
desparramando nuestros violáceos cuerpos rendidos al ocaso.]
Ahora que parece que he despertado
del letargo, que las horas han surtido efecto y que he soñado cómo moríamos
juntos, encerrados en la misma nuez, en la misma concha y bajo el mismo sol.
Ahora sé que cuando nuestros
cuerpos se toquen por primera y última vez reconoceremos la pureza, bañaremos
nuestros cabellos en las mismas tibias aguas y gozaremos del amor en círculos
concéntricos que, poco a poco, con el paso de las primeras lluvias, se
convertirán en pequeños globos que nos alzarán a los Cielos.
Escucha, escucha la melodía de esta
canción que te estoy tocando con esta guitarra de madera de palo santo que
heredé de mi abuelo.
Escucha, escucha cómo tarareo
nuestros nombres llegando al estribillo.
¿Has visto cómo tu piel se ha
erizado al cantar la última estrofa? ¿Reconoces mis manos acariciando las
cuerdas de la guitarra?
¿Las quieres tocar? ¿Las quieres
tocar?
1 comentario:
¡Magnífico!
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