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lunes, 19 de septiembre de 2011

Jardín de la ebriedad

Confundimos las rosas por la noche,
confundimos las rosas con cristales
de hielo, el brillo de sus pétalos
en nuestros labios evaporó el sueño
de los pequeños nomeolvides.

La madrugada es una flor
que ansía el tacto de los ebrios.

La aurora de dedos de rosa
despierta en nuestras camas
nos besa la frente,
acaricia la herida
de los cristales de la noche,
germina nuestros pensamientos.

Preguntar qué es la vida a estas alturas,
la vida tras la noche,
la vida frente a un vaso...

Lo que queda, la cicatriz.






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