Ahora ya sé quién es Dios.
Una niña baila su cometa en el cielo,
dibuja círculos que adquieren
dimensiones desproporcionadas,
así son las conversaciones entre ella
y las nubes: inverosímiles.
Tomando cierta perspectiva,
uno no sabe bien si la cometa
dirige los pasos de la niña,
o es la joven menina quien
-a golpe de muñeca-
hace de la cometa un títere
entre sus manos.
Títere, niña, cometa, nubes, sus manos...
...amores platónicos correspondidos.
Aquí comienza la historia de una revelación efímera.
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