Al duodécimo bostezo:
ahorcado.
Levitando en el último suspiro,
así procede el reo sentenciado
momentos antes de purificarse.
Entre el cielo y la tierra:
suspendido,
apenas tres latidos de esperanza.
Sobrevivir a la soga es utópico.
Publicar un comentario
No hay comentarios:
Publicar un comentario