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jueves, 6 de agosto de 2009

Sueño (6-Agosto-2009)

Mis padres acaban de firmar una especie de contrato para instalar en la calle Puente y Pellón, en una antigua juguetería, una librería. Por momentos, mis padres parecen ser el Cangrejo Pistolero y Nuria Mezquita, pues las cosas que dicen en la conversación con un tercer hombre encajan más con las vidas de éstos que con las de mis padres.
Una vez cerrado el contrato, camino solo hasta la Plaza del Pan y allí veo una callejuela oscura, sucia, de casas muy viejas, que conduce a la Alfalfa. Se empieza a oír en el aire una canción. Siento un miedo atroz a pasar por esa calle, a ir hacia la Alfalfa: caminar por allí me recuerda al señor Golondrina, a la certeza de que lo he perdido y de que ya, caído en la sombra, nunca voy a volver a ser feliz.
Finalmente, animado por esa canción que sigue escuchándose en el aire, me decido a ir a buscarlo haciendo acopio de valor. Al cruzar la Plaza del Pan en dirección a la Cuesta del Rosario, dos muchachos, cada uno en una esquina, les cantan enamoradísimos esta canción a sus novias por el móvil.
Corro como el viento mientras no deja de sonar la misma canción. Llego hasta su casa, que se parece a la mía, y allí salto como un gato hasta su ventana mientras yo mismo empiezo a cantar para mí la canción. A través de la ventana se ve mucha ropa blanca tendida. Entonces aparece el señor Golondrina, recién salido de la ducha y con una toalla blanca de cintura para abajo, retirando la ropa y acercándose a la ventana. Al principio se ven las pantorrillas, luego el torso (yo cada vez más loco de contento). Finalmente se ve su rostro, que es del más absoluto desagrado.
Me despierto.
Lloro un buen rato al verme privado una vez más de la compañía del señor Golondrina, aunque sea en sueños, y canto la canción solo en mi cuarto. La canción es ésta:

1 comentario:

Domingo C. Ayala dijo...

Y los sueños, sueños son (o cine, creo que decía Aute).