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viernes, 28 de agosto de 2009

PERFORMANCE (V)

Y en la noche vino a mí, rendido,
tras una dulce velada por los bares de la ciudad.
El taxi lo dejó en la puerta mi casa
mientras yo luchaba con mis fantasmas entre sábanas,
enloquecido por los ruidos de la noche,
viendo su cara entre céfiros y hordas de humo.

Sí, sé que vino a mí
como un niño perdido en la playa
buscando los brazos de la madre,
asustado, quebradizo por el temor
que se siente al abismo de la soledad.

Reencarnado en éter,
vino a mí, y en sus ojos
pude ver que la belleza
no es más que una mera interpretación
de su nombre.

Ya había entrado la madrugada
cuando sus sonidos penetraron en mis sienes
y retumbaban en mis oídos,
mis ojos perdieron la órbita del sueño
y como un carnero salvaje
su sombra me acongojó.

Durante cuatro días tuve la misma pesadilla:
grillos que se introducían en mi nariz
y cantaban junto a mi pecho,
devorando mi corazón,
por eso sé que vino a mí,
como vienen los hombres que buscan respuestas,
como vienen las mujeres buscando a sus hombres,
los niños a sus madres
y las niñas a sus padres,
envuelto entre sábanas,
sudoroso y ágil como si de una gacela se tratase,
subiendo velozmente cada peldaño
de las escaleras que llevaban a mi piso,
adentrándose como una serpiente
en mitad del silencio de la habitación,
en la noche vino a mí,
y este sudor frío fue la antesala de mi insomnio,
el preludio del poema.

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