HAS SOÑADO EL POEMA
(LA LÁGRIMA CENTRIFUGADA)
El fruto del ciprés es la naranja.
¿Había niños en lucha de naranjas amargas
o se han subido solas por la escalera de pintor?
En el cuenco, una honda de cuero enredada en las naranjas.
¿Es que nunca sabes poner los pies sobre la tierra?
Tú tampoco lo haces: pedaleas,
mientras la claridad de lo no dicho mueve tu pelo.
Yo hago un puzzle con piezas sobrantes y perdidas. No sé cuál es su fin.
Tan sólo sobrevivo,
cuido la hierba blanca que crece debajo de mi cama. Eso es todo.
Tú no irás al concierto: llorarías -has dicho.
Estoy enfadado con el arte.
Porque si vas al concierto no escuchas los platillos de barro del instante
ni ves la oruga que sube por el interior de la flauta dulce,
según va revelando un agujero tras otro.
Esa oruga que pronto va a detener el concierto.
Pero, ¿sabes?, a veces mirar el mundo es como comerse un lenguado:
primero una cara y después la otra: el mapa de las ocasiones.
Está bien. Ven conmigo. Corsé de tu sonrisa.
Lo aceptaré. Está bien.
Mi histórica tristeza: cambiar un ay por un símbolo
es optar por la solución de la cúpula para cubrir una intersección.
O esto tal vez; la ceja: el arco iris de la lágrima, es decir,
la lágrima y luego el arco iris del pensamiento.
Mirada extrema, fraternidad extrema. Mi poética
hace que lleve a cuestas el paisaje como el bosque dinámico de Macbeth.
Pero “tampoco ya ceno sólo con la mirada”.
Por eso ven conmigo hasta el final de lo que tú también quieres decir.
El viento agita las raíces,
zumban los anillos de los árboles.
¿Es éste un poema de después de que cayeran las montañas?- me preguntas.
Sí, ya no hay montañas, ya no hay literatura, ven conmigo.
El fósforo astillado
Juan Andrés García Román
120 páginas
9 euros
Colección poesía, 119
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