EL MAL
Mientras que los escupitajos rojos de la metralla
silban todo el día por la infinitud del cielo azul,
y, escarlatas o verdes, cerca del rey que se mofa de ellos,
caen bajo el fuego batallones en masa:
mientras que una locura espantosa hace su molienda
y convierte a cien mil hombres en un rimero humeante
—¡Pobres muertos! ¡en verano, en la hierba, en tu alegría,
Naturaleza! ¡oh tú que hiciste santamente a estos hombres!—,
hay un Dios que se ríe en los manteles adamascados
de los altares, en el incienso, en los grandes cálices de oro,
y que se duerme, arrullado por hosannas,
pero que se despierta cuando madres llorosas y transidas
de angustia, tocadas con sus viejas cofias negras,
le entregan unos céntimos envueltos en un pañuelo.
ARTHUR RIMBAUD
(De ‘Obra poética completa’, Ed. DVD, Traducción de Eduardo Moga y Miguel Casado)
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