Volcaste agujas en su boca,
recuérdalo.
Entonces comenzó a escupir
gargajos metálicos, pesados e hirientes
como un punzón.
Todo lo que besaba
quedaba triturado
en apenas un instante, sus labios,
piernas, mejillas…
La lengua. ¿Recuerdas su lengua?
Músculo-colador.
Oscura red viscosa.
Sí, tú volcaste agujas en su boca,
para no escuchar más mentiras.
Luego, tras la mentira,
las lágrimas, pesadillas y el frío,
sobrevino la cruel tragedia:
tu vil mentira.
Al otro lado te espera, clavos en mano
y agujas en los dedos.
¿Entiendes ahora porqué
no debiste tirar la piedra?
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