jueves, 24 de abril de 2008
Un placebo a punto de reventar
bajo el sofocante calor del sol: el vacío es un agujero negro.
Es la superposición de materia
bajo una infinitesimal fórmula
que nos propone un atisbo de luz
circundando los márgenes del cosmos.
De ese mismo agujero pueden brotar residuos, galaxias, planetas, mares.
Los niños abonando los jardines,
árboles henchidos de ceodós.
A ambos lados de la acera, calzada
con sus tacones de fina aguja: ella,
deseando la espalda que arañar
siempre tan libertina, golfa, caliente,
a la espera del último autobús.
Por cada insulto: una declaración,
amor hermético.
He visto amargamente a vuestras madres
llorar desvencijadas por las calles
buscando el consuelo de alguna voz
que sacie la rémora del recuerdo.
Las plazas se yerguen entre las casas,
la fuente derrama sustancias agudas
que se pudren junto a los arriates.
Un linfoma tejiéndose en la piel
es un músculo de agua que se evapora
en la mente de un enfermo aprensivo.
Grises ratas con plumas sobrevuelan
los límites de tu cuerpo oxidado,
un quiero y no puedo habita en tu vientre
provocando el aborto de tus días.
Desde el cielo contemplo cómo el río
es una lengua que atraviesa tu estómago
estancando en tu pecho su saliva: agua putrefacta, vómito animal
cuya bilis absorberán los peces.
Ellos brindarán con champán rosado
cuando certifiquen tu defunción.
(De Ciudad Caín, inédito)
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4 comentarios:
oscuro
desasosegante...
perdona mi desaparición del mundo: en breve te mando un mail.
pajarito
*
estamos algo cáusticos hoy...
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