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jueves, 28 de febrero de 2008

Día de descanso



La mañana perfila atardeceres en los edificios,
deja puertas abiertas en la casa
para que el aire inunde las habitaciones.
Las calles amanecen desnudas
ajenas a la espina de la madrugada.
Encontré tiempo para asomarme al balcón.
Los viejecitos desfilan hacia las iglesias mientras
los muchachos serpentean hasta los portales.
Un grupo de niños columpian la infancia
bajo la mirada protectora de sus madres.
El viento pasea el rumor ciego del aire,
consuela las llagas abiertas de los días,
limpia el diminuto lecho que habita
las sucias palmas de nuestras manos.
Es el tiempo de los bautismos de ceniza y espinas.
De jóvenes besándose a las puertas de las iglesias.

2 comentarios:

Esther Cabrales dijo...

Así da gusto asormarse a los balcones. Debería buscar más tiempo por los viejos, por los niños, por las madres, por los jóvenes.

MBI dijo...

Y foto? El texto no puede dejarme sin saber ... o sí?