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martes, 15 de octubre de 2013

Antonio Barquero sobre Tras la luz



TRAS LA LUZ
(JOSÉ IGNACIO MONTOTO)

Hablar sobre el libro de un poeta que, además es amigo y buen amigo, es una cuestión nada fácil ni banal. Lo subjetivo invade sin remedio a la objetividad que, como lector riguroso uno debería tener, aunque… ¿qué tontería estoy diciendo si no existe la lectura objetiva, si cada libro es distinto dependiendo del lector, si cada lectura pertenece irremisiblemente a la persona que la ha ejercido?
Por tanto, seamos subjetivos a la hora de presentar un buen, un muy buen libro de poemas, “Tras la luz” de José Ignacio Montoto, publicado por “La Garúa, libros” en su colección de poesía.
De “Tras la luz” podemos empezar, sin duda, diciendo que es el libro que marca una nueva etapa en la poesía de J. I. Montoto, su paso a la madurez, a un distanciamiento de su “yo poético”, a una voz más alejada de lo personal. En sus primeros libros, el “reversible” “Mi memoria es un tobogán/ Espacios insostenibles” y “Superávit”, publicados por la sevillana Cangrejo Pistolero Ediciones, hay (en sus propias palabras) un “poeta primerizo” que habla en primera persona buscando una voz poética en el pasado reciente y no tan reciente, en una especie de ajuste de cuentas con su propia historia.
Con “Tras la luz”, la voz de Nacho se distancia, usando la concisión, la brevedad y el distanciamiento sobre las cosas para dar un giro estético y de madurez a su poesía. Se trata de un libro profundamente sencillo, pero de una exigencia sin reservas al lector. Sencillez y profundidad que hacen que “Tras la luz”, a pesar de su brevedad no sea un libro fácil de una sola lectura. Se trata de un libro que requiere varias.
En mi primera lectura me quedó el deslumbramiento de un lenguaje bello, contenido y equilibrado. Contención que me dejó bastante sorprendido siendo, como soy, lector de Nacho desde sus comienzos. Sorprendido gratamente por este giro, una segunda y tercera lecturas me hicieron ver que, tras esa contención y tras esa distancia tan equilibradas y poéticamente bien encajadas, se encontraba la voz de Nacho escondida, su voz más personal y afectiva que aparece en el libro en numerosas ocasiones con fogonazos de belleza y de confesión personal fugaz, dando pistas al lector más entregado.
Cuando digo que no es un libro fácil, tampoco pretendo decir que sea un poemario de difícil lectura. Nada más lejos. “Tras la luz” se lee de un modo sorprendentemente fácil, como cuando la luz pasa por un cristal o cuando bebemos un vaso de agua fresca. Lo que no es fácil es sacar en una sola lectura todo lo que este libro nos dice bajo su aparente sencillez.
El poemario arranca con una cita de Cernuda que es muy esclarecedora de lo que este libro supone para el autor:
“El día, esa luz que abraza estrechamente
  un triste muro,
 un muro, ¿no comprendes?
 un muro frente al cual estoy solo”.
La poesía como un muro que hay que saltar para seguir adelante, la poesía ante la que el poeta se enfrenta en absoluta soledad, con la única ayuda de la luz.
La estructura de “Tras la luz” consta de cuatro partes: Refracción, Propagación, Interferencia y Reflexión. Vocabulario de Física, con doble significado.
El autor se sirve de algunas de las propiedades de la luz para sugerirle al lector a modo de prólogo por dónde van a discurrir los poemas que va a ir encontrando según avance en la lectura del poemario. Son las claves que van a ayudar, de algún modo, a que el lector sepa, en palabras del propio Nacho “el cómo y el porqué, y sobre todo, cuál es la dirección de los versos de este poemario”
En los poemas de la primera parte, Refracción, es donde se establece la nueva dirección del poeta con este poemario, su camino. Se trata de una declaración de intenciones, pues si atendemos a la definición de refracción esta es el cambio que experimenta la dirección de propagación de la luz cuando atraviesa oblicuamente la superficie de separación de dos medios transparentes de distinta naturaleza.
La segunda parte, Propagación, nos habla de la necesidad del poeta de llegar a un lector. La definición de propagación dice: la luz emitida por una fuente luminosa es capaz de llegar a otros objetos e iluminarlos. Este recorrido de la luz, desde la fuente luminosa hasta los objetos, se denomina rayo luminoso”. Creo que no es necesario aclarar más.
Su tercera parte, denominada Interferencia, nos habla de las dificultades de la poesía de encontrar un camino, de influencias, referencias y antecedentes. No en vano la interferencia es un fenómeno que ocurre cuando dos haces de luz llegan a la misma región del espacio, mezclándose en un solo aparente caos.
La cuarta y última parte del libro, Reflexión, nos habla decididamente del cambio, del giro que da el autor con este libro, tras dar un “portazo poético” en el poema que lo abre. La reflexión es el cambio de dirección, en el mismo medio, que experimenta un rayo luminoso al incidir oblicuamente sobre una superficie.
El libro se abre, como he dicho anteriormente, con un portazo del autor a una etapa anterior, y se cierra con los versos “su sombra es un atisbo de luz”. Por tanto estamos ante un libro de exploración y de búsqueda, un fin y un principio, un nuevo camino iluminado que esperamos que le sea fructífero a Nacho.
En palabras del propio autor  “la poesía debe iluminar el camino, la senda que nos lleve a aspirar a la libertad de facto, debe revitalizar el lenguaje de la memoria y, sobre todo, debe iluminar un mundo donde las sombras, por momentos, emergen en un tiempo en el que muchos ojos han sido velados por temor a la claridad”.
“La búsqueda de una identidad, diría yo. Caminar tras la luz buscando respuestas, no dar pasos de ciego, deslumbrarnos por la belleza de las cosas que nos rodean, reflexionar sobre el significado de lo que acontece bajo la luz del día, encontrar en el atardecer un pretexto para el ojo, como dije en un poema; «somos un haz de luz centrifugada», quizás pequeños cuerpos celestes que necesitan de la luz para encontrarse a sí mismos y a su vez de otros cuerpos para cobijar la luz”.
Demos la bienvenida a la nueva etapa de José Ignacio Montoto y que su poesía sea luz que haga que todos sus lectores nos encontremos a nosotros mismos a través de sus poemas, como siempre ocurre con la verdadera literatura.

Antonio Barquero